20 de diciembre de 2010

La calle-nube

Ella se cruzó con él mientras caminaba por la calle. Aunque observándola, parecía que caminaba en el aire, o sobre una nube. Se lo cruzó como se cruzan dos almas, caminando por la calle. Resulta que él también caminaba sobre una nube. Sobre la misma nube. Pero ¿Cómo se hablan o mejor dicho, cómo se comunican dos almas que se cruzan por la calle-nube? Hay una sutil diferencia entre una calle y una calle-nube, que no todos comprenden. 
Ellos se miraron, y comprendieron que no caminaban por la calle, que caminaban sobre la misma nube, sus dos almas. Se miraron a los ojos, e inmediatamente lo comprendieron. A ella no le pasaba seguido, a él no le había pasado nunca. Él tuvo miedo. Y ella, que sabía de estas cosas, vio el miedo en sus ojos. Pero también vio su fuerza. Y, viendo aún más profundo, vio todo su dolor.
Él la miró a los ojos. Y vio su calma, vio su seguridad. También vio que valía la pena dejar de lado el miedo, por esos ojos. Sólo por mirar esos ojos. El tiempo pasa mas lento cuando uno abandona el asfalto, y comienza a transitar una nube. Por lo que tuvieron tiempo de observarse, detenidamente. Como se mira algo nuevo. Como se miraría alguien a sí mismo, por primera vez, en un espejo. Él vio su propia alma en ese espejo. Vio su propia calma, vio su seguridad interior. Ella vio sus miedos en el espejo, y su fuerza.
Y comprendieron que eran uno, dos personas, en una nube, en un alma. Descubrieron que sus vidas compartían más que un cruce de miradas entre sí.  Ella dejó de lado el miedo y dejó de lado la seguridad, y lo amó. No podía perder esa alma, sólo por el miedo, sólo por la seguridad.  El se aferró a su miedo, y a su seguridad. Y miró hacia otro lado, y se bajó de la nube… y dobló en la esquina.
Ella recuperó su miedo, pero ya había perdido esa seguridad. Había perdido su calma. Había ganado un par de tristezas. Lo que él aún no sabe, es que perdió mucho más que ella.

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